lunes, 24 de agosto de 2009

Cuando un dedo apunta al Cielo, el tonto mira el dedo

Amélie tiene de repente la extraña sensación de estar en total armonía consigo misma.
En ese instante todo es perfecto: la suavidad de la luz, el ligero perfume del aire, el pausado rumor de la ciudad.
Inspira profundamente y la vida ahora le parece tan sencilla y transparente, que un arrebato de amor parecido a un deseo de ayudar a toda la humanidad le invade profundamente.

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