Cierto día un hombre santo estaba teniendo una conversación con el Señor y dijo:
'Señor, me gustaría saber como son el Cielo y el Infierno.'
El Señor llevo al hombre santo hacia dos puertas. Al abrir una de las puertas, el hombre santo miro dentro y en medio del cuarto había una gran mesa redonda. En medio de la mesa había una gran olla de guisado que olía tan delicioso que hizo agua la boca del hombre santo.
La gente sentada alrededor de la mesa estaba delgada y enferma y parecían hambrientos.Ellos estaban sosteniendo cucharas con mangos muy largos que estaban atados a sus brazos, cada uno era capaz de meter la mano en el pote de guisado y tomar una cucharada, pero por causa que el mango era mas largo que sus brazos, no podían poner las cucharas dentro de sus bocas.
El hombre santo se estremeció ante semejante cuadro de miseria y sufrimiento.El Señor le dijo: “ Has visto el Infierno ” .
Luego fueron y abrieron la siguiente puerta. Era exactamente igual como el primer cuarto. Había gran mesa redonda con el gran pote de guisado que hizo agua la boca del hombre santo. La gente estaba equipada con las mismas cucharas de mangos largos, pero aquí la gente estaba bien alimentada y llena de salud, riéndose y hablando.
El hombre santo dijo: No entiendo........!
'Es simple' dijo el Señor. Esto requiere de una habilidad.......''.....Mira, ellos han aprendido a alimentarse el uno al otro, mientras que los avaros piensan solamente en ellos mismos'.
El verdadero sentido del amor es dar.
Reflexión
Antes de pensar: “ Señor... ¿ Qué tienes para mi vida el día de hoy? “
Pregúntale: “ Padre... ¿ Qué puedo dar a otros de lo mucho que ya me has dado? “
domingo, 29 de noviembre de 2009
jueves, 26 de noviembre de 2009
NECESIDADES ...
jueves, 19 de noviembre de 2009
EL MURO Y LA ARAÑA
Dicen que una vez un hombre era perseguido por varios malhechores que querían atracarlo.
El hombre entró en una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores a la que él se encontraba.
Con tal desesperación elevó una plegaria al Creador:
"Dios Todopoderoso, haz que tus ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme".
En ese momento escuchó a los hombres acercarse a la cueva en la que él se encontraba, y vio que apareció una arañita. La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada.
El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado:
"Señor te pedí ángeles, no una araña."
Y continuó:
"Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme".
Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observó a la arañita tejiendo la telaraña.
Estaban ya los malhechores entrando en la cueva anterior y el hombre se quedó esperando su muerte.
Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva, ya la arañita había tapado toda la entrada.
Entonces se escuchó esta conversación:
- Entremos en esta cueva.
- No. No hace falta. ¡Mira, hay una telaraña! Es imposible que haya podido entrar en esta cueva. Sigamos buscando en las otras.
Pedimos cosas que desde nuestra perspectiva humana son lo que necesitamos, pero Dios nos da aquellas pequeñas cosas que se pueden volver grandes.
A veces pedimos muros para estar seguros, pero Dios en cambio nos pide confianza en Él, para dejar que su poder se manifieste y haga que algo como una telaraña nos de la misma protección que una muralla.
Si has pedido un muro y no ves más que una telaraña, recuerda que Dios sabe lo que realmente necesitamos.
El hombre entró en una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores a la que él se encontraba.
Con tal desesperación elevó una plegaria al Creador:
"Dios Todopoderoso, haz que tus ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme".
En ese momento escuchó a los hombres acercarse a la cueva en la que él se encontraba, y vio que apareció una arañita. La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada.
El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado:
"Señor te pedí ángeles, no una araña."
Y continuó:
"Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme".
Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observó a la arañita tejiendo la telaraña.
Estaban ya los malhechores entrando en la cueva anterior y el hombre se quedó esperando su muerte.
Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva, ya la arañita había tapado toda la entrada.
Entonces se escuchó esta conversación:
- Entremos en esta cueva.
- No. No hace falta. ¡Mira, hay una telaraña! Es imposible que haya podido entrar en esta cueva. Sigamos buscando en las otras.
Pedimos cosas que desde nuestra perspectiva humana son lo que necesitamos, pero Dios nos da aquellas pequeñas cosas que se pueden volver grandes.
A veces pedimos muros para estar seguros, pero Dios en cambio nos pide confianza en Él, para dejar que su poder se manifieste y haga que algo como una telaraña nos de la misma protección que una muralla.
Si has pedido un muro y no ves más que una telaraña, recuerda que Dios sabe lo que realmente necesitamos.
Confía en Él y Él actuará.
lunes, 16 de noviembre de 2009
QUERIDO DIOS
Mis amigos que están leyendo esto son maravillosamente humanos, con muchísimos aciertos y grandes cualidades.
Los quiero un montón. Amado Padre Celestial,
Te pido que los Ayudes a vivir su vida al máximo.
Por favor promuévelos y también sus objetivos para que excedan sus expectativas.
Ayúdales a brillar en los lugares más oscuros donde es imposible Amar.
Protégelos siempre.
Levántalos cuando más te necesiten y haz que sepan que cuando caminan a tu lado, ellos estarán a salvo siempre.
Gracias Padre por escucharme. Amén
QUE DIOS OS BENDIGA
Los quiero un montón. Amado Padre Celestial,
Te pido que los Ayudes a vivir su vida al máximo.
Por favor promuévelos y también sus objetivos para que excedan sus expectativas.
Ayúdales a brillar en los lugares más oscuros donde es imposible Amar.
Protégelos siempre.
Levántalos cuando más te necesiten y haz que sepan que cuando caminan a tu lado, ellos estarán a salvo siempre.
Gracias Padre por escucharme. Amén
QUE DIOS OS BENDIGA
miércoles, 11 de noviembre de 2009
APRENDIENDO
Seguimos aprendiendo ...
Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma.
Y uno aprende que el AMOR no significa acostarse.
Y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender ....
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado inseguro para planes ... y los futuros tienen su forma de caerse por la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende que, si es demasiado, hasta el calor del Sol puede quemar.
Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno es realmente fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende ... y así cada día.
Con el tiempo aprendes que estar con alguien, porque te ofrece un buen futuro, significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad.
Con el tiempo te das cuenta de que si estás con una persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.
Con el tiempo aprendes que los verdaderos amigos son contados y que quien no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de falsas amistades.
Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en momentos de ira siguen hiriendo durante toda la vida.
Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es atributo sólo de almas grandes.
Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, es muy probable que la amistad jamás sea igual.
Con el tiempo te das cuenta que aun siendo feliz con tus amigos, lloras por aquellos que dejaste ir.
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.
Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá multiplicadas las mismas humillaciones o desprecios.
Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el sendero del mañana no existe.
Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas y forzarlas a que pasen, ocasiona que al final no sean como esperabas.
Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.
Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás a los que se marcharon.
Con el tiempo aprenderás a perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, pues ante una tumba ya no tiene sentido.
Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo...
Y uno aprende que el AMOR no significa acostarse.
Y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender ....
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado inseguro para planes ... y los futuros tienen su forma de caerse por la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende que, si es demasiado, hasta el calor del Sol puede quemar.
Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno es realmente fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende ... y así cada día.
Con el tiempo aprendes que estar con alguien, porque te ofrece un buen futuro, significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad.
Con el tiempo te das cuenta de que si estás con una persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.
Con el tiempo aprendes que los verdaderos amigos son contados y que quien no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de falsas amistades.
Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en momentos de ira siguen hiriendo durante toda la vida.
Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es atributo sólo de almas grandes.
Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, es muy probable que la amistad jamás sea igual.
Con el tiempo te das cuenta que aun siendo feliz con tus amigos, lloras por aquellos que dejaste ir.
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.
Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá multiplicadas las mismas humillaciones o desprecios.
Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el sendero del mañana no existe.
Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas y forzarlas a que pasen, ocasiona que al final no sean como esperabas.
Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.
Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás a los que se marcharon.
Con el tiempo aprenderás a perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, pues ante una tumba ya no tiene sentido.
Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo...
Jorge Luis Borges
miércoles, 4 de noviembre de 2009
EL PESO DE UNA ORACIÓN
Una mujer pobremente vestida, con un rostro que reflejaba tristeza, entró a una tienda, se acercó al dueño y de manera humilde preguntó si podía llevarse algunas cosas a crédito; con voz suave explicó que su esposo estaba muy enfermo y que no podía trabajar, tenían siete niños y necesitaban comida.
El dueño no aceptó y le solicitó que abandonara la tienda.
Sabiendo la necesidad que estaba pasando su familia la mujer rogó: “Por favor señor, se lo pagaré tan pronto como pueda"
El dueño le dijo que no podía darle nada, ya que no tenía una cuenta de crédito en su tienda.
De pie, cerca del mostrador, se encontraba un cliente que escuchaba la conversación entre el dueño de la tienda y la mujer.
El cliente se acercó y le dijo al dueño de la tienda que el se haría cargo de lo que la mujer necesitara para su familia;
Entonces el dueño, enojado, preguntó a la mujer: " ¿Tiene usted una lista de compras?
La mujer dijo: "Si señor";
"Está bien," dijo el dueño, “Ponga su lista en la balanza de platos y lo que pese su lista le daré en comida".
La mujer titubeó por un momento y cabizbaja buscó en su cartera un pedazo de papel, escribió algo en él y lo puso, triste aún, en uno de los platos de la balanza.
Los ojos del dueño y del cliente se llenaron de asombro, cuando el plato de la balanza donde estaba el papel, se hundió hasta el fondo y se quedo así.
El dueño, sin dejar de mirar la balanza dijo: "No lo puedo creer"...
El cliente sonrió y el dueño comenzó a poner comida en el otro plato de la balanza.
La balanza no se movía, por lo que continuó poniendo más y más comida, hasta que se llenó.
El dueño se quedó pasmado de asombro.
Finalmente, tomó el pedazo de papel y lo miró todavía más asombrado....
¡No era una lista de compra!
Era una oración que decía:
“QUERIDO SEÑOR, TÚ CONOCES MIS NECESIDADES Y YO VOY A DEJAR ESTO EN TUS MANOS"
El dueño de la tienda le entregó la comida que había pesado y quedó allí en silencio.
La mujer agradeció y abandonó la tienda; el cliente entregó un billete grande al dueño y le dijo:
El dueño no aceptó y le solicitó que abandonara la tienda.
Sabiendo la necesidad que estaba pasando su familia la mujer rogó: “Por favor señor, se lo pagaré tan pronto como pueda"
El dueño le dijo que no podía darle nada, ya que no tenía una cuenta de crédito en su tienda.
De pie, cerca del mostrador, se encontraba un cliente que escuchaba la conversación entre el dueño de la tienda y la mujer.
El cliente se acercó y le dijo al dueño de la tienda que el se haría cargo de lo que la mujer necesitara para su familia;
Entonces el dueño, enojado, preguntó a la mujer: " ¿Tiene usted una lista de compras?
La mujer dijo: "Si señor";
"Está bien," dijo el dueño, “Ponga su lista en la balanza de platos y lo que pese su lista le daré en comida".
La mujer titubeó por un momento y cabizbaja buscó en su cartera un pedazo de papel, escribió algo en él y lo puso, triste aún, en uno de los platos de la balanza.
Los ojos del dueño y del cliente se llenaron de asombro, cuando el plato de la balanza donde estaba el papel, se hundió hasta el fondo y se quedo así.
El dueño, sin dejar de mirar la balanza dijo: "No lo puedo creer"...
El cliente sonrió y el dueño comenzó a poner comida en el otro plato de la balanza.
La balanza no se movía, por lo que continuó poniendo más y más comida, hasta que se llenó.
El dueño se quedó pasmado de asombro.
Finalmente, tomó el pedazo de papel y lo miró todavía más asombrado....
¡No era una lista de compra!
Era una oración que decía:
“QUERIDO SEÑOR, TÚ CONOCES MIS NECESIDADES Y YO VOY A DEJAR ESTO EN TUS MANOS"
El dueño de la tienda le entregó la comida que había pesado y quedó allí en silencio.
La mujer agradeció y abandonó la tienda; el cliente entregó un billete grande al dueño y le dijo:
"Valió cada céntimo de este billete; ahora sabemos cuánto pesa una oración".
Gracias Marijose por tus artículos ... un fuerte abrazo desde aquí.
martes, 3 de noviembre de 2009
ALEJANDRO MAGNO Y EL TIEMPO
Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
1 - Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los propios médicos de la época.
2 - Que los tesoros que había conquistado (plata, oro y piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba.
3 - Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.
Alejandro le explicó:
1 - Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen ante la muerte el poder de curar.
2 - Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
3 - Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos.
EL TIEMPO es el regalo más preciado que tenemos porque es LIMITADO.
Podemos producir más dinero, pero NO más tiempo.
Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que NUNCA podremos recuperar. Por eso el mejor regalo que le puedes dar a alguien es tu tiempo.
Gracias por el regalo que día tras día envías al mundo, cuando ofreces tu tiempo a los otros.
1 - Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los propios médicos de la época.
2 - Que los tesoros que había conquistado (plata, oro y piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba.
3 - Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.
Alejandro le explicó:
1 - Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen ante la muerte el poder de curar.
2 - Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
3 - Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos.
EL TIEMPO es el regalo más preciado que tenemos porque es LIMITADO.
Podemos producir más dinero, pero NO más tiempo.
Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que NUNCA podremos recuperar. Por eso el mejor regalo que le puedes dar a alguien es tu tiempo.
Gracias por el regalo que día tras día envías al mundo, cuando ofreces tu tiempo a los otros.
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